Muniellos (en el interior de la puerta)
La pequeña aldea asturiana de Moal, como la de los famosos galos, resiste el paso del tiempo fiel a tradiciones de hace siglos, a las que saca brillo con motivo de su mejor embajadora, la fiesta de los dorsales, zapatillas y bastones
Tradición de asado de castañas al fuego en Moal. / PUERTA DE MUNIELLOS
No hace mucho tiempo -y no en una galaxia muy, muy lejana…- en Moal, en el occidente del Principado de Asturias, el apenas centenar de vecinos se reunían alrededor de la hoguera para homenajear a su santo en la noche de San Juan.
También era motivo de alboroto y de júbilo -y con el fuego de nuevo como protagonista-, la reunión en torno al amagüestu, con las castañas y la sidra como invitados de excepción.
Eran dos de esas fechas señaladas en las que esta aldea perteneciente al concejo de Cangas de Narcea, limítrofe con la Reserva Natural Integral de Muniellos, se engalanaba para recordar tiempos mejores antes del adiós del carbón y una despoblación incipiente que amenazaba -y amenaza- a uno de los futuros Pueblos Ejemplares de Asturias.
Cortín de miel en Muniellos. / PUERTA DE MUNIELLOS
Sin embargo, desde el año 2012, primero en marzo, y ahora en abril, los vecinos de Moal se vuelcan con una nueva festividad, la de su carrera por montaña.
La cita “se ha convertido en todo un acontecimiento”. Y no lo reflejan solo los lugareños, sino también en toda la comarca, solo así se entiende que con apenas 90 habitantes, los voluntarios los días de carrera superen los dos centenares.
Moal, la igual que su carrera, abre la puerta a la Reserva de Muniellos -donde se ubica el mayor robledal de España-, pero también a un sinfín de costumbres y tradiciones, que observando por la mirilla del portón se plasman en la cita deportiva que cumplirá su séptima edición los días 14 y 15 de abril de 2018.
De escuela de matemáticas a escuela de valores
Las ‘muyeres’ de Moal, en la elaboración de las más de veinte paellas de la carrera. / PUERTA MUNIELLOS
En los más alto del pueblo, en el barrio del Cascarín, la escuela, en la que hasta 2009 se escuchaba la tabla de nueve y se incidía en las sílabas tónicas, ha cambiado las lecciones de matemáticas o la gramática por las de cartografía, logística, planes de seguridad…
Es el centro neurálgico de la Puerta de Muniellos, una carrera que propicia que Moal mute o, mejor dicho, se vista de corredor de montaña, pero literalmente, porque las piedras -esas con antepasados prerromanos y que llegaran a ayudar al paso de las legiones del César en la sinuosa montaña asturiana- cambian su razón de ser al servicio del evento deportivo.
Los vecinos de Moal transforman sus casas y garajes para convertirlas en grandes cocinas, duchas y vestuarios, servicios sanitarios, guardarropas, servicios de fisioterapia, almacenes de material, bar, etc..
¡Si hasta la Guardia Urbana llega a Muniellos! Y es que se establecen semáforos en un único sentido de circulación para evitar colapsos.
Todo gracias a la implicación de los tres grandes pilares de la localidad, la Asociación de Muyeres de Moal, la Asociación Cultural de Moal y la Asociación Deportiva de Moal, que se desviven por la joya del Parque Natural de Fuentes de Narcea.
No es de extrañar que ese cariño que se percibe desde fuera de la ‘puerta’ propicie que los corredores quieran entrar, con hasta más de novecientas solicitudes en 2017. Mucha culpa tienen también los cerca de cuarenta bizcochos que preparan las ‘Muyeres de Moal’, entre otros productos; o las veinte paelleras que llenan, o el delicioso café de puchero, que cargan las pilas de los participantes de una prueba que anuncia novedades para 2018, con un recorrido nuevo de 32 kilómetros y 4.500 metros de desnivel acumulado.
¿Quieres adentrarte en la puerta?