“En Béjar, hasta los malos saben que no se puede huir de nosotros”
Álvaro García, policía municipal en el municipio salmantino y doble campeón de la Copa de Castilla y León de Carreras por Montaña, descubrió el ‘trailrunning’ cuando preparaba la oposiciones para el Cuerpo. En la actualidad, es uno de los referentes en el norte de España
Son poco más de las 23:30 horas, y Álvaro García está de noche. Le espera una larga vigilia de sereno por las calles de Béjar, concretamente hasta las 6:30 horas. “No es el turno que más me cansa, pese a lo que se pueda pensar. Más reventado quedé tras el maratón de Valdecebollas y sus 42 kilómetros o tras la Ruta Vetona y empeñarme en hacer sus 100 kilómetros”, bromea este policía salmantino de 28 años, afincado en Béjar, ciudad que le cambió la vida desde el mismo momento que divisó sus montañas.
Álvaro garcía (d), el día de su presentación como policía. / AYUNTAMIENTO DE BÉJAR
Fue en 2010 cuando el joven Álvaro se ajustaba la gorra de ‘municipal’ y divisaba por primera vez el Pico del Águila (2.063 metros), meca de los cientos de entrenamientos desde entonces de un corredor de montaña que descubrió su habilidad cuando solo era un cadete en la Escuela de Policía de Ávila. “Ahora lo ves con perspectiva y da hasta un poco de vértigo… Había comenzado a correr para preparar las pruebas de la oposición. Tenía que hacer un kilómetro en 3:30… Vi que podía hacerlo, y seguí entrenando”, explica García, quien apura un café en el Bar Metro junto a su compañero de patrulla.
Tras superar la oposiciones, el joven Álvaro comenzó a dejarse ver en crosses -como el de Cabrerizos- o se convirtió en un asiduo de la San Silvestre Salmantina. “Era un corredor popular más, pero popular, popular, de los de no me des más de tres carreras al año, y pensar en una media maratón como un desafío gigantesco”, subraya.
Fue en la Academia, en Ávila, junto a su compañero Alberto Hernando, dónde se engancho a calzarse las zapatillas y olvidarse de las botas de fútbol. “Siempre había jugado en el equipo de El Encinar, de donde soy, pero poco a poco iba enganchándome”, asegura. Primero fue el asfalto, pero pronto llegó el flechazo. “Detrás del centro de la Policía en Ávila hay una dehesa gigantesca, y empecé a entrenar ahí… Ya no pude dejarlo”.
De Béjar a Miranda, el despertar
Álvaro García gana su primera carrera, en Miranda, en 2013. / CXMMIRANDA
El primer destino llevó a Álvaro a aterrizar a la sombra de la Sierra de Béjar, con sus distintas estructuras montañosas en Candelario, La Covatilla o Hervás. “Poco después, participé en mi primer cross alpino en Candelario, en el que también estaba Alfredo -por Gil-“, recuerda.
“Me flipó. Fue amor a primera vista. Terminé tercero detrás de Alfredo, quien no pudo dejarme subiendo nunca, y ya la motivación estaba por las nubes”, señala el salmantino, quien se queda rememorando, quizá recreando esa imagen de aquel cross en el que la nieve, la montaña o aquella adrenalina de competir le terminó por conquistar.
“A partir de entonces, me quito el uniforme y me pongo el de faena para entrenar”, admite. “Si estoy de noche, como hoy, salgo y me echó hasta las 11 o así… Y al monte”, añade. Y el monte para Álvaro García, ganador este 2016 de la prestigiosa Transvaldeónica, no se queda en un mero paseo, no. “Para entrenar una hora no salgo. Mínimo una hora y media e intento muchos días hacer tres horas”, señala el salmantino, quien, eso sí, admite que nunca ha corrido dos días seguidos. “El cuerpo tiene que recuperarse, y eso lo he ido aprendiendo”.
La montaña le absorbía, al tiempo que su profesión no le impedía progresar en el apartado deportivo. Béjar descubría un nuevo mundo a su nuevo hijo pródigo, quien muy pronto renegó del fútbol de forma definitiva para fundar el Salamanca Raids & Trail Runners, junto a otros corredores, y sembrar parte de la semilla del ‘trailrunning’ en la provincia.
Entonces llegó Miranda en 2013. “Iba con más miedo que vergüenza. Muchos kilómetros y por primera vez fuera de mi hábitat. Ya teníamos una cuadrilla y empezábamos a viajar… Y me dio por ganar. Aún me acuerdo de cómo decían, pero quién es ese. De dónde ha salido este…”, sonríe mientras rememora. Ese mismo año, el salmantino se proclamó por primera vez campeón de la Copa de Castilla y León de Carreras por Montaña en Línea, un título que repetiría en 2015, tras apenas competir en 2014 por el nacimiento de su hijo Noel.
“Soy de los que prefieren dar una segunda oportunidad”
Álvaro (d), junto a su compañero y amigo Alfredo Gil. /TRAILCYL
Álvaro, ya en la actualidad, se ha ganado el respeto del pelotón. “Es un corredor espectacular”, destaca Alfredo Gil, aquel corredor con el que se enamoró de este deporte y compañero de la selección de Castilla y León.
Honesto, y de los que no saben decir que no a una carrera o a un organizador, porque “mis compañeros me terminan por cambiar los turnos para que asista”, entiende que hay que dar segundas oportunidades. “En mi trabajo no soy de los que atizan o buscan problemas. Hay que tener mucha mano izquierda.
“Álvaro es tranquilo por naturaleza. Vive sin presión, tanto en el trabajo como en su vida deportiva. Si existe riesgo de algo, él lo asume con naturalidad, sin darle demasiada importancia a las cosas. Ahora queremos presentarnos a unas plazas de oficiales, y yo estoy ya de los nervios, y él como si nada”, detalla Alberto Hernando, compañero de García desde la Academia.
“Hemos vivido algunos episodios desagradables. Alguna muerte laboral, en la que nos hemos presentado los primeros en el lugar de los hechos, intentos de suicidio… Pero Álvaro es muy de relativizar las cosas. En carrera es igual”, añade Hernando.
“Más bien, es que en Béjar hasta los malos saben que no se puede huir de nosotros”, bromea Álvaro, quien pese a su profesión, asegura que nunca ha tenido que calzarse las zapatillas para perseguir a los ‘cacos’. “Tampoco hay que tentar a la suerte”, concluye.